Esta es la previsión que el Gobierno mexicano maneja sobre el tiempo en que la ciudadanía tendrá que afrontar la crisis del coronavirus, y con base a ella, la Administración sigue pidiendo prevención y calma para no agotar la resistencia de la gente. “Estos son lecciones que se han aprendido de lo ocurrido en el mundo y de lo ocurrido en México en 2009”, ha dicho esta mañana el portavoz de la crisis en este país y subsecretario de Salud
Hugo López-Gatell ha insistido en que la ansiedad no debe permear las decisiones políticas, algo que ocurre a menudo en los países. En la rueda de prensa de la mañana se ha anunciado también que se dedicarán 3.500 millones de pesos, unos 151 millones de dólares para productos sanitarios.
Cada día, los responsables de Sanidad muestran el mapa mundial que elabora la OMS con el avance de la enfermedad, donde México sigue en color gris, al comienzo de la epidemia, con 82 casos detectados, ninguno de contagio local, todos importados de países como España, Italia, Estados Unidos. No se han registrado aún fallecimientos, pero la angustia es patente habida cuenta de que el vecino del norte, con quien comparte una frontera de 3.500 kilómetros, tiene la infección en una fase crítica. Pese a todo, México no se plantea prohibir los vuelos a su territorio ni poner puertas por vía terrestre.
“Insisto. Solo en la época medieval podría tener sentido esto y no sé qué base científica tendría. En la actualidad no la tiene. Pronto habrá tanto coronavirus que no dependerá del cierre de las fronteras. Si cerramos, haríamos un daño colosal a la economía sin que tenga un efecto neto para retrasar la epidemia. Dependemos del mundo entero para recabar insumos, mercancías”. La agresión a la economía frente a la escasa capacidad de control de la epidemia parece ser la ecuación que el Gobierno tiene más aprendida de la epidemia de H1N1 que padeció en 2009.