abrazamos la fotografía digital a partir de la serie G de Canon. Claro que le poníamos todavía reparos, pero ya no había vuelta atrás. Y conforme fueron llegando nuevas versiones, hasta los más recalcitrantes amantes del negativo se quedaron sin argumentos. Pero la serie G, a pesar de haber sido uno de los grandes divulgadores de la fotografía digital, la componen cámaras compactas, no réflex, de lente fija. ¿Y no era el mercado de las compactas el que estaba llamado a desaparecer?
Los fabricantes de cámaras lo han pasado mal, muy mal, y todavía siguen sufriendo. La transición de la fotografía analógica a la digital ha generado una tormenta muy difícil de capear. Algunos participantes han desaparecido y todos se han transformado. Incluso varias veces. Sobre todo a partir del momento en el que con un móvil se pueden hacer fotos con tanta calidad (al menos para verlas en la propia pantalla) como con una cámara compacta. Y eso sin hablar de los filtros.
Precisamente la competencia de los móviles ha sido la que ha ido arrinconando hasta dejar sin aliento al sector de las cámaras compactas. Pero con la PowerShot G1 X Mark III hablamos de otra liga. Ésta es una señora cámara que muy poco (para la mayoría de las ocasiones, nada) tiene que envidiar a una réflex. Es cierto que el sensor no es full frame (el mismo tamaño que un negativo de 35 milímetros: 36 x 24 mm), sino un APS-C (22,2 x 14,8 mm), más pequeño pero con la misma proporción de 3:2 y con una resolución de 24,2 millones de píxeles.
La otra gran diferencia es que se trata de un equipo de lente fija. No se puede cambiar. Se trata de un 15-45 (es decir, un zoom óptico por tres), equivalente a un 24-72 milímetros en fotografía analógica, con una luminosidad entre 2,8 y 5,6 y con estabilizador óptico tanto para tomar fotografías como para grabar vídeo, que, por cierto, tendrá que ser en full HD, no en 4K.
Las ráfagas de disparo continuo dependen del formato (JPG es el más tolerable) y del sistema de enfoque. Puede disparar un máximo de nueve fotos por segundo hasta un total de 24.Desde Canon comunican «construcción resistente al polvo y a la humedad», pero no especifican un IP que podría indicar su resistencia a la inserción de partículas de polvo y agua, a la vez que advierten de que se mantengan todas las tapas bien cerradas.
Tener una cámara de estas características, que puede satisfacer al usuario avanzado más exigente -sin llegar a ser una réflex-, cuesta 1.220 euros.