El Buen Fin de este año más podría parecerse a una película de terror o de supervivencia. En esta ocasión fueron también algunas empresas las que lamentaron unirse al largo fin de semana lleno de ríos de gente, sobre todo Soriana Tecnológico, en Chihuahua.
Esto, luego de que los precios de algunas pantallas aparecieran equivocadas y en lugar de colgar un «10,000», se leía un «10». Ello motivó a varios clientes para llevarse hasta 10 pantallas después de que la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) les diera la razón, anunciando que los negocios que no respetaran los precios exhibidos se harían acreedores a una multa de hasta 4,5 millones de pesos.
Bueno… ¿pero qué pasó con los trabajadores que tuvieron que soportar este tipo de reacciones? Justamente los empleados de dicha tienda publicaron una carta en la que exponen su experiencia ante el terrible inicio del «Buen Fin».
«Nos gustaría que la comunidad se entere de toda la frustración que pasamos ese día los empleados de Soriana, que se enteren de la verdad sobre ese horrible día. Y no se trata de defender a la empresa, sino a los colaboradores, porque nadie se imagina lo que se tiene que trabajar semanas antes para lograr hacer un Buen Fin», inicia la misiva.
Lo que hay detrás…
«Las horas extras que hay que poner para lograrlo, que ahí dejamos a nuestras familias sin atender por tener la camiseta bien puesta y lograr el objetivo. Por otro lado, ese día fue impactante, una sola persona fue quien causó todo ese revuelo. Ella le habló a todos sus conocidos para que vinieran a tomar literalmente las cosas que por error estaban marcadas en un aéreo, pero que en la parte de abajo estaba en precio bien, en la entrada de la tienda también así como en cada artículo…
Un despiadado y misterioso personaje
…Pero a esa mujer no le importó el daño que nos causaba la impotencia que sentíamos porque sólo veíamos que todo nuestro esfuerzo se venía abajo, cómo la gente inconsciente no pensaba en nosotros. Sólo tomaban artículos al por mayor como si se regalaran, y no sólo eso, después de que PROFECO llegó a checar el supuesto «error», se les avisaba que la tienda estaba clausurada, que dejarán los artículos porque no habría venta y que después de eso, la mujer que ocasionó todo se fuera de la tienda como una cobarde, dejando todo un desorden por la gente que no quiso soltar sus pantallas y que transcurriendo las horas la espera era interminable, no se daban por vencidos, comenzaron a robarse los pollos de la cocina, Pan Bimbo, jamón, sodas, Sabritas etc.,…
La impotencia
«Todo lo que estaba a su alrededor para comérselo sin pagar, esa impotencia que sentíamos de no poder hacer ni decirles nada, porque al final de cuentas ellos son los supuestos clientes. Y ya entrada la noche, empezaron a agarras cobijas, a bajar colchones, a golpear a mis compañeros cuando intentaron impedirlo y en la madrugada se juntaron todos a hacerle bola al abogado de la empresa para exigir que se les regalara las pantallas, que a ellos no les importaba morirse aquí, con tal de irse con el objeto. Y el maltrato, la humillación que cada instante recibíamos de parte de esa gente vulgar, mientras nosotros nos reuníamos a rezar para que la pesadilla se acabará. Estábamos muy cansados de tanta impotencia y cuando al fin lograron su cometido salían de la tienda muy victoriosos burlándose de nosotros en la cara porque gritaban ‘el pueblo unido jamás será vencido’…
El trauma psicológico
«¿Pueden creerlo? Unidos ¿para qué? ¿para el vandalismo?
Y cuando veíamos que la pesadilla se había acabado por ese día se venía otra, pues sólo de ver como nuestro esfuerzo no había sido suficiente, al día siguiente a limpiar el reencuentro de los años, llegábamos a la tienda con miedo, con tristeza, sin haber podido dormir la noche anterior por el trauma psicológico que nos causaron… De todo esto quiero que se entere la gente, porque sólo se la han pasado atacando a la empresa, pero esa gente tiene que pagar por lo que hizo, no se vale que salgan triunfantes después de todo lo que nos causaron».