Si hay un momento que los universitarios temen más que la época de exámenes es, precisamente, que no haya más cursos por delante. Enfrentarse al mundo laboral puede sonar estresante, un rito de paso hacia la madurez, pero también puede convertirse en una aventura si uno se lo plantea como un aprendizaje más.
La actitud es clave.
Saber observar el nuevo entorno y adaptarte a los ritmos y esquemas de trabajo será un punto a favor, así que estate atento al nuevo mundo que te rodea.
Compensa tus flaquezas.
Lejos de pensar que no estás lo suficientemente formado, valorarán tu buena predisposición y motivación.
No te pongas límites.
Aunque no cumplas el 100% de las demandas de la oferta los empleadores pueden ver algo en ti. No seas tú el primero en descartarse, que sean los demás.
Pásatelo bien.
Aprovecha esas primeras semanas para preguntar, para equivocarte y para enmendar los errores, para ser proactivo, para integrarte en el grupo y mostrarte atento y generoso con el resto del equipo.
Haz «networking«.
Más allá de las relaciones que establezcas en primer término en el lugar de trabajo directamente, recopila nombres y direcciones de contacto de compañías y empresas con las que entres en contacto por tu trabajo.