Las cifras del coronavirus (COVID-19) siguen en aumento desde su aparición en diciembre del año pasado. A la fecha, ha cobrado más de 2,126 víctimas mortales, el número de infectados asciende a 75,700 personas, de las cuales 74,576 son chinos.
Los científicos y profesionales de la medicina en China enfrentan un reto enorme para contener la epidemia y evitar que se siga propagando a otras regiones del mundo. En artículos anteriores hablamos sobre el origen del virus COVID-19 y la importancia de ser crítico con la información que circula durante una crisis de salud mundial.
Desde programas y protocolos especiales para atacar el progreso de la enfermedad, hasta la dedicación de profesionales médicos y científicos que no dejaron de trabajar ni siquiera después de contagiarse, China está luchando a todo vapor contra el avance del coronavirus, pero tiene otro enemigo: la saturación de contenidos y la desinformación.
El esfuerzo para controlar el brote epidémico conforma una estrategia coordinada por el Ministerio de Ciencia y Tecnología chino (MOST por sus siglas en inglés). El ministerio lanzó un programa llamado “Lidiando con la epidemia del COVID-19”, que incluye cuatro bloques de 20 programas de emergencia hasta la fecha. Además de los proyectos específicamente creados para contener la epidemia, también se están reevaluando dos de los mayores proyectos científicos y tecnológicos de China, como los titulados “Creación de importantes e innovadoras medicinas” y “Prevención y tratamiento de contagios severos”. Varios descubrimientos consecuentes de la aplicación de estos programas ya se están aplicando en el país para detener el avance del COVID-19.
Además, el despliegue de esfuerzos también se reflejó en el tema de infraestructura. China logró construir dos hospitales en tan solo 10 días. Ambos edificios prefabricados proveerán de 2,600 camas, 30 unidades de cuidados intensivos (en tan solo uno de los dos hospitales temporales) y demás recursos para tratar pacientes ambulatorios.